Portugal disfruta con su propia operación contra el blanqueo y fraude bancario

3 de julio de 2021- Detenido el em­ble­má­tico em­pre­sario y co­lec­cio­nador de arte Joe Berardo, ca­beza de su­puesta una red es­ta­fa­dora.

La de­ten­ción en Portugal del em­ble­má­tico em­pre­sario Joe Berardo pa­rece un en­sayo cal­cado de la rea­li­zada en España contra el có­mico José Luis Moreno. El po­lé­mico “comendador” y em­pre­sario luso lle­vaba más de una dé­cada bur­lán­dose tanto de la banca, que le prestó in­gentes can­ti­dades de di­nero sin ga­ran­tías (más de1.000 mi­llones de eu­ros), como de otros in­ter­me­dia­rios fi­nan­cie­ros. Esta se­mana la Justifica por­tu­guesa le ha acu­sado de fraude fis­cal, blan­queo de ca­pi­tales y fal­si­fi­ca­ción de do­cu­men­tos, entre otros de­li­tos.

Berardo fue arrestado el pasado martes en su lujoso apartamento lisboeta de 430 m2, a poca distancia su espléndida colección de arte moderno, envidiada por grandes museos internacionales, pero expuesta en el Centro Cultural de Belem (CCB).

Mas allá de lo que pueda pasar en los próximos tiempos, en un país tan acostumbrado como España a ver a políticos, banqueros y empresarios corruptos caer en “manos de la justicia” pero sin llegar a tener que cumplir duras penas de prisión, esta detención fue recibida como un soplo de aire fresco para el maltrecho panorama político y económico de una Portugal pandémica, con Lisboa confinada a cal y canto.

Los portugueses tienen muy presente una fotografía tomada hace poco a la salida de una comisión de investigación parlamentaria, donde el ahora inculpado había sostenido, con una sonrisa sarcástica, que personalmente estaba libre de deudas con la banca nacional.

Pero el mayor coleccionador nacional de arte moderna (su colección de 2.200 obras es un compendio de firmas como Picasso, Magritte, Dalí, Miró, Bacon, Barceló, Vieira da Silva, Warhol…), participó, en el 2007, en una operación de acoso y derribo, dirigida por la estatal Caixa Geral de Depósitos (CGD), contra del Banco Comercial Portugués (BCP), que era entonces –y lo sigue siendo– la mayor entidad financiera privada del país vecino, que en aquella apoca, con el socialista José Sócrates como primer ministro, sufría una gran ola de corrupción.

Sin un duro ni un escudo

Sin apenas capital proprio, Berardo utilizó 439 millones prestados por el CGD para hacerse con un 7% del BCP, donde llegó a tener el mando de la comisión de retribuciones. El banco estatal tenía al frente a Carlos Santos Ferreira, que decidió en 2008 presentar su dimisión para asumir la dirección del hasta entonces rival, el BCP. Lo mismo hizo otro directivo clave de CGD, Armando Vara, que había sido ministro de Sócrates, pero que tuvo menos suerte que Santos Ferreira: en 2014 fue condenado a 5 años de prisión por 3 delitos de tráfico de influencias.

Para financiar su participación al “asalto” del BCP, Joe Berardo solo tuvo que ofrecer como garantía las acciones adquiridas con financiación de la CGD y que sufrieron una drástica pérdida de valor bursátil, provocada por el abandono institucional del banco “asaltado”. Lo mismo pasó con otros 500 millones prestados por el BCP, ya bajo la presidencia de Carlos Santos Ferreira (figura entre los inculpados) y también por el antiguo BES, que tras la quiebra del grupo del mismo nombre (GES) dio lugar al actual Novo Banco (NB).

Lo cierto es que Berardo pudo hacerse, así, con unos 1.000 millones de euros sin tener que ofrecer garantías reales, más allá de sus acciones del BCP, cuyo valor bursátil cayó a mínimos históricos, en gran parte por culpa de la operación de acoso y derribo financiada por CGD. Lo que el empresario hizo, después, fue utilizar todo tipo de artimañas más o menos legales, para poner a salvo su patrimonio, empezando por la valiosa colección de arte moderna que los hasta poco sus indulgentes y pacientes acreedores CGD, BCP y NB creían tener sólidamente amarrada.

Redada policial y fiscal

De ahí, en todo o caso, la extensa lista de delitos financieros anunciada ahora por el Ministerio Público y las Finanzas, para justificar la espectacular redada policial y fiscal (lavado de dinero, fraude fiscal, corrupción…), y que, de ser probados en juicio, acarrearía entre 5 y 12 años de prisión. Sin embargo, la justicia portuguesa es muy lenta, y además de la falta de medios denunciada por el Ministerio Público, en estos casos suele actuar tarde y mal, con los delitos casi prescritos. Solo así se entiende la actitud sarcástica del principal acusado.

La redada judicial y fiscal llegó tras unas investigaciones iniciadas en 2016, o sea con diez años de retraso. Berardo tuvo, así, todo el tiempo necesario y toda la libertad de movimientos, para descubrir y utilizar los mecanismos legales de renegociación y reestructuración de deuda, con el único propósito, según la acusación, de no tener que amortizarla. Y menos aún, cumplir lo firmado con CGD, BCP y NB, que -hecho sin precedentes- han decidido actuar conjuntamente para forzar la mano de la Justicia. Los españoles Santander Totta y CaixaBank/BPI no están afectados.

De hecho, no fue la institución judicial ni la administración fiscal que han puesto cerco a Joe Berardo. El mérito cabe al Parlamento, que gracias a una comisión criada con el propósito de investigar la gestión de la CGD entre 2000 y 2015, tuvo acceso a una auditoría realizada por EY, cuyas conclusiones llegaran a los diputados y a la opinión pública gracias a las nuevas reglas de transparencia financiera. Lo que hizo entonces el Parlamento, fue comunicar a las Finanzas y al Ministerio Publico, la información relacionada con los préstamos concedidos a Berardo.

Sin embargo, fue con alguna arrogancia, como se sintiera “intocable”, que el comendador, empresario y coleccionista de arte, compareció ante la comisión parlamentaria para dar su versión sobre la situación relacionada con sus cuantiosas deudas: con una sonrisa sarcástica, sostuvo que a título personal no tenía ninguna deuda pendiente con la banca, y que lo único que hizo, al frente de sus negocios y de su colección, para mantenerlos fuera del alcance de la banca acreedora, fue utilizar los mecanismos legales a la disposición de cualquier deudor.

Pensaría entonces, probablemente, que tendría el ingenio y las protecciones necesarias para hacer frente a la cualquier tormenta política, social u judicial. Pero no fue así. A expensas de lo que decida el juez de instrucción Carlos Alexander, que según la prensa nacional estaría más dispuesto a dejar todos los inculpado en libertad bajo caución, Berardo ya sabe lo que es estar detenido, del mismo modo que su hijo, un hermano y su abogado. Y dará por descontado la pérdida del título de comendador y de la Gran Cruz, en el Orden del Infante D. Henrique.

De lo que no cabe duda, en todo caso, es que su detención fue recibida por la opinión pública como un “golpe a la impunidad” de aquellos políticos, empresarios y banqueros que llegaran a considerar el país como si fuera un coto de caza privado. Buena prueba de ello fue el clima de corrupción criado entre 2005 y 2011, con Sócrates como primer ministro, y que en 2014 (ya con el FMI, el BCE y la UE al mando), provocó la quiebra del Grupo Espirito Santo, dirigido por Ricardo Salgado, conocido hasta entonces como “DDT”- o sea, el dueño y señor del país.

Cabe recordar, que más allá del clima de corrupción atribuido principalmente a Sócrates y a Salgado (el primer cumplió casi un año de detención preventiva, mientras el segundo, que a todas luces actuó como corruptor-mor de la clase política, siguió manteniendo la vida de siempre), y cuyos eventuales juicios aun no tienen fecha, la banca fue durante décadas una ávida sorbedora de ayudas públicas: CGD, BES/NB, Banif, BPN, BPP, BCP… se han repartido 23.000 millones de euros, de los cuales solo unos 5.000 millones volvieran a las arcas públicas.

Fue en África del Sur, donde emigró con 19 años, sin saber una palabra de ingles y con solo la instrucción primaria, que Joe Berardo empezó a construir su fortuna. De aquella época, que duro hasta la década de 1980, cuando volvió a su tierra natal de Madeira, solo se sabe que empezó haciendo fortuna con el reciclaje de desperdicios de abandonados en viejas minas de oro, saltando después para sectores más llevaderos, como el turismo, hotelería, prensa, etc., hasta cruzarse con Horacio Roque (banquero fallecido en 2010), con el cual entró en la explotación de minas de oro y de diamantes y hasta crio un pequeño banco.

Sacando el máximo provecho de su imagen de gran coleccionador de obras de arte, y contando con y el apoyo de Horacio Roque (cofundador en 1988 del Banco Internacional de Funchal, que sería nacionalizado en 2012 y vendido tres años después al Santander), el despliegue de Joe Berardo en los medios políticos, económicos y financieros lusos fue a la vez rápido e intenso, alcanzando no solo la banca, sino también todo tipo de negocios, con destaque para el sector vinícola, donde se hizo con varias explotaciones emblemáticas como la Quinta da Bacalhoa.

Buena prueba de su dinamismo fue la rapidez con que fue agraciado con el título honorifico de comendador, concedido en 1985 por el entonces presidente de la Republica, el General Eanes, sin color ideológica, y también con la Gran Cruz de la Orden Infante D. Henrique, que recibió en 2004, de las manos de Jorge Sampaio, que llegó a la presidencia con el apoyo del Partido Socialista. En aquellos momentos, de lo que más se hablaba era del acuerdo firmado con el Estado, para la instalación de su colección de arte en el nuevo Centro Cultural de Belem.

La convicción general, es que, para ceder en 2006, por un periodo de diez años, una selección de 862 de las 2.200 obras de arte de su colección, y sin las cuales el CCB no hubiera podido alcanzar su actual proyección turística e internacional, Berardo impuso condiciones leoninas al Estado, que, ante los líos judiciales del todavía comendador, estaría ahora en una posición de fuerza. O sea, cabría la posibilidad de que toda la colección pase a manos públicas, teniendo en cuenta que las obras de arte quedaran embargadas desde 2019, por orden judicial.

Pero, lo más probable es que la solución de los problemas planteados no será rápida y aun menos pacífica. Pese a tener 77 años, con una pensión mensual de 2.584 euros que declara renta única a las Finanzas y que ya tiene embargada parcialmente (una tercera parte), Joe Bernardo no se dará fácilmente por vencido. A todas luces, confía sacar máximo provecho de la proverbial lentitud de la justicia lusa, del mismo modo que sus modelos de referencia, Sócrates y Salgado, máximos representantes de la corrupción política y financiera nacional.

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