25 de febrero de 2022 – Salir del sistema de comunicación que utilizan los bancos podría afectar a entre el 20% y el 30% de las transacciones del país y reducir su PIB hasta un 5%.
La invasión de Ucrania por parte de Rusia ha generado un rechazo internacional. Instituciones y países preparan una respuesta económica y diplomática que solucione el conflicto lo antes posible. Entre las medidas que se barajan, una de las que suena con más fuerza -en parte, por su contundencia- es expulsar a Rusia del sistema SWIFT, algo que Kiev ya ha solicitado. Sin embargo, los expertos también advierten de las consecuencias que tendría en la economía mundial lo que es un arma diplomática de doble filo.
SWIFT (Society for Worldwide Interbank Financial Telecommunication o sociedad para las comunicaciones interbancarias y financieras mundiales) es el sistema que utiliza el mundo de las finanzas para comunicarse entre sí. Se trata de una cooperativa internacional con sede en Bélgica que conecta a miles de instituciones financieras de todo el mundo y facilita las transferencias de dinero en el planeta.
Frédéric Mertens, profesor y coordinador del Grado de Relaciones Internacionales de la Universidad Europea de Valencia, lo ilustra de una forma sencilla: el sistema es algo así como el WhatsApp de los bancos, pues no guarda ni transfiere los fondos; simplemente facilita la comunicación. «Se encarga de transmitir los datos de deudores a acreedores», explica. «Si tú estás en Moscú y yo en Washington y te vendo lo que sea a 1.000 dólares, esa transacción financiera pasa a través de un sistema implantado por SWIFT que traslada la información a Moscú», apunta. A pesar de ser una cooperativa, en el Consejo de Administración de la misma hay representantes de instituciones financieras, tras los que hay Estados capaces de ejercer presión para excluir a un país.
Sacar a Rusia de esta herramienta es algo que el profesor considera «realista», pues no sería la primera vez que un país sufre esta sanción, ya que Irán salió en 2012 de SWIFT. «No es del mismo tamaño, pero es una potencia en cierta medida en su dimensión geoeconómica y geopolítica; no estamos hablando de Liechtenstein», arguye Mertens. Y afectaría considerablemente a Rusia, que podría perder «entre el 20% y el 30% de todas las transacciones». Un estudio del Centro Carnegie de Moscú de 2021 calculaba que la medida podría hacer caer el PIB ruso un 5%.
En el sector, la opción se ve como el equivalente económico a una respuesta nuclear. «Y es verdad», reconoce Mertens. «El rublo no es una moneda de referencia interesante, por no decir que está destrozado», argumenta. «Todo se opera en dólares o en euros: si excluimos al país del sistema, estamos en una situación en la que la economía rusa está aún más por los suelos».
Sin embargo, Putin ya sabe que puede recibir este golpe, porque encajó uno parecido en 2014, cuando algunos bancos rusos sufrieron una exclusión de SWIFT tras la ocupación de Crimea. «Les afectó bastante», recuerda Mertens, «pero, debido a esa experiencia, los rusos implantaron un sistema parecido». Por continuar con la comparativa de aplicaciones de mensajería, sería un Telegram local al que acudir cuando se cae WhatsApp «con un alcance muy simbólico, en el sentido de que hay algunas entidades financieras dentro de la Unión Europea que están conectadas con el sistema ruso». Las entidades del país prefieren estar en el sistema internacional.
A esto hay que unir el apoyo de China, que cuenta con su sistema propio, que ha sido adoptado en parte por Rusia. «La salida de SWIFT va a generarles problemas, desde luego, y va a empeorar la situación económica y financiera de Rusia, pero no de una manera tan drástica como si no hubieran tenido su sistema y su inclusión en el sistema chino», explica el profesor.
Además, el mundo occidental -y especialmente Europa- experimentaría el golpe del retroceso si se disparase este arma. Países como Francia tienen muchas empresas en Rusia y si se corta el acceso a SWIFT al país generará problemas a quienes tengan negocios con ellos. La comunicación es bidireccional y bloquearla afecta tanto al emisor como al receptor. «Eso obliga a los occidentales a hacer algunos sacrificios», reconoce Mertens. Por otro lado, Rusia podría cortar el grifo de las materias primas -principalmente, el gas, aunque hay muchos más- ya que no sería fácil venderlas en mercados internacionales.
En cualquier caso, no parece que esta medida vaya a estar entre las primeras que se adopten. Joe Biden aseguró que las que tomó Estados Unidos «tienen más consecuencias», aunque también reconoció que «siempre es una opción», si bien no parece que esté ahora mismo sobre la mesa. Mertens tampoco cree que, de aplicarse, se haga durante toda la duración del conflicto: «Si esto se extiende en términos de meses podemos imaginar que las sanciones sean más suaves, porque detrás hay empresas occidentales que pueden sufrir las consecuencias». En su opinión,, sólo un embargo total sería más grave para Rusia, pero recuerda que no hay que centrarse tanto en la dureza de una sanción, sino en su eficacia. Como recuerda el profesor, «la Unión Soviética se desplomó desde el interior, no tanto por presión exterior».